Los Supervivientes del Titanic

Ya hace 10 años que se estrenó una de las películas más denostadas y a la vez más taquilleras de la historia del cine: Titanic. A pesar de que la crítica no la trató del todo mal y arrasó en los Oscars batiendo todos los records (ni más ni menos que 11 estatuillas), no conozco a casi nadie que reconozca haberla visto y los que lo han hecho solo sueltan exabruptos de ella. Titanic no es evidentemente una obra maestra pero tampoco es esa bazofia de la que la mayoría de la gente reniega (por culpa sobre todo de Celine Dion). A mi me parece que como espectáculo funciona de maravilla a pesar de lo endeble de la historia principal y lo esquemático de su guión. Pero más allá de sus valores cinematográficos, lo más importante de dicho film es que catapultó a la fama a sus dos protagonistas: Leonardo di Caprio y Kate Winslet, ambos nominados este año a los Oscar por Blood Diamond y Little Children respectivamente.

Leonardo ya había dado muestras de ser un buen actor antes de que Titanic le convirtiese en la estrella que es ahora. En su currículum figuraban películas como ¿A quién ama a Gilbert Grape?, The Basketball Diaries o Romeo y Julieta (superior en todos los aspectos a Moulin Rouge, del mismo director). Pero fue sólo tras el éxito de la película de Cameron cuando los mejores directores empezaron a rifársele: Woody Allen (Celebrity), Steven Spielberg (Atrapame Si Puedes) y sobre todo Martín Scorsese, que le ha dado la oportunidad de su vida al convertirle en su nuevo Robert de Niro, y que con el que ya ha protagonizado sus tres últimas películas: Gangs of NY, El Aviador e Infiltrados. Supongo que en un mundo justo hubiera estado nominado por su papel en esta última, pero se ha llevado el gato al agua por hacer de contrabandista con buen corazón en Blood Diamond, una peliculilla necesaria y cargada de buenas intenciones pero que si no estuviese protagonizada por él (que reconozco que, además de buen actor, se está poniendo bastante buenorro con los años) y por una maravillosa Jennifer Connelly (que sepas, mm, que nunca te perdonaré que me robases el post que pensaba dedicarle), pasaría con más pena que gloria.

Kate, con un físico bastante peculiar (no se puede decir que sea guapa) y con un cuerpo al que siempre parece sobrarle algún kilillo (sin ser gorda en absoluto) ya había sido descubierta por Peter Jackson (Criaturas Celestiales) y Ang Lee (Sentido y Sensibilidad) antes de protagonizar Titanic, por lo que ya había demostrado ser una de las mejores actrices de su generación. Titanic solo sirvió para su reconocimiento a nivel masivo y para que optase a una nominación al Oscar. Pero a partir de ahí, y lejos de dejarse llevar por producciones más o menos comerciales y de esas películas de tullidos diseñadas para obtener más nominaciones, ha destacado -como bien me comentaba tb97 mientras nos tomábamos una cerveza- por ser una de las actrices que más arriesga y que mejor elige sus papeles en la actualidad, sin importarle mucho la comercialidad del proyecto. De entre sus últimas creaciones destacaría por encima de todas a la inolvidable Clementine en Eternal Sunshine of a Spotless Mind, seguida muy de cerca por la Sarah Pierce de Little Children, de inminente estreno y por la que ha vuelto a ser nominada a los Oscar de este año. Y es que Kate se sale.